En el siglo XII, el príncipe Lalibela hizo construir al norte del actual territorio etíope una docena de iglesias excavadas en piedra. Todas ellas, comunicadas por pasadizos subterráneos que horadan las rocas volcánicas de la reseca y aisladísima población que hoy lleva el nombre del monarca, se erigen como un milagro inesperado y fabuloso del cristianismo en esta ignota esquina del continente africano.
Efectivamente, las brumosas montañas del centro de Etiopía esconden un gran secreto. Sus pueblos, a casi 3000 metros de altura, resultan poco accesibles en temporada de lluvias y resecos el resto del año. Ello, claro, ha contribuido a su aislamiento durante siglos. Por eso cuesta de creer lo que ven nuestros ojos cuando el suelo se hunde de pronto, cincelado por manos hábiles, y aparecen las líneas de un templo en forma de cruz.
Las construcciones de Lalibela no tienen parangón en el mundo. Y es que el conjunto religioso de Lalibela, compuesto por doce iglesias, escapa a toda clasificación porque simplemente no se ajusta a ninguna corriente arquitectónica conocida.
Los estudiosos se encargan de apuntar que la culminación de la docena de iglesias principales de Lalibela y de las otras que se encuentran por las montañas de los alrededores debió suponer no menos de un siglo de trabajos. Fuera como fuese, el resultado de todo aquel esfuerzo dio como fruto once iglesias talladas a golpe de cincel en roca viva y distribuidas en dos grupos, más una última retirada de las demás, adornadas con columnas, capiteles, altares y demás elementos como si se tratara de un templo clásico.
La más grande es la de Beta Madani Alem, y la más conocida, la de Beta Gyorgios. Recorrer el conjunto arquitectónico justifica ya por sí solo un viaje a Etiopía. Cuando uno penetra en las profundidades del foso de la iglesia de Beta Gyorgios, por ejemplo, se da perfecta cuenta que estas singulares construcciones quedaban ocultas a los ojos de los enemigos. Además, discretos pasajes y túneles conectan cada templo con el vecino.
Pero hagamos un poco de historia: el cristianismo en esta región se remonta al siglo IV. Durante los tres siguientes, la iglesia etíope se mantuvo en contacto con Alejandría. Cuando Egipto abrazó el islam (siglo VII), Etiopía quedó aislada durante más de 800 años de su principal conexión con el mundo de la cristiandad. Así, su tradición se fue desarrollando al margen del resto del mundo. Todavía hoy mantiene tradiciones muy singulares: cada 19 de enero, las gentes de Lalibela celebran el nacimiento del Mesías. Los sacerdotes aparecen entonces ataviados con sus mejores galas y sacan en procesión el tabot, el Arca de la Alianza, donde se guardan las Tablas de la Ley.
Es la fiesta del Timkat. La tradición asegura que el rey Menelik, hijo de la mítica reina de Saba y el rey Salomón, la sustrajo de Jerusalén por temor a que cayera en manos sarracenas. Se dice que el mítico reino de Saba estaba en Etiopía.
La mayoría de visitantes de Lalibela recorren el conjunto por la tarde y quedan admirados ante tanta obra fantástica. Pero es a primera hora de la mañana, de seis a siete, cuando las iglesias de Lalibela adquieren vida propia y sumen a los fieles en un trance matinal impulsado por los sonidos de los tambores y las voces repetitivas de los cantantes, mientras los sacerdotes bendicen a las personas llegadas de los alrededores.
Quizás por eso la Unesco incluyó Lalibela en su lista de Patrimonio de la Humanidad, porque está vivo, porque aún se practican rituales que empezaron hace más de 800 años.
CÓMO LLEGAR
Lo mejor es volar de Addis Abeba a las poblaciones de Bahar Dar o Gondar. Allí habrá que alquilar los servicios de un taxi o de un guía. Ethiopian Airlines ofrece un vuelo directo entre Madrid Addis Abeba.
CUÁNDO IR
La mejor época es de octubre a enero. En concreto, a Lalibela es doblemente interesante viajar en navidad y durante las fiestas del Timkat (19 de enero).
QUÉ VER
Hay que dedicar un día al grupo sureste de iglesias: Bet Gebriel-Rufael, Bet Abba Libanos, Bet Lehem, Bet Emanuel, Bet Mercurios; yotro al grupo noreste: Bet Medhane Alem, Bet Maryam, Bet Danaghel, Bet Meskal, Bet Mikael, y Bet Golgota.
Hay que visitar igualmente la iglesia Bet Giorgios, la más bella de todas, excavada en forma de cruz griega.